La talla en madera es una de esas tradiciones que no pasan nunca de moda. En el Valle de Gardena, en pleno corazón de las Dolomitas italianas, se encuentra un pequeño lugar llamado Ortisei. En él, la tradición de la talla de madera está más viva que nunca. Sus trabajos en este material son conocidos por todo el planeta. Principalmente, es un enclave donde la industria artesanal es la base de la economía de sus gentes. La temática es indiferente en las manos de los escultores de esta localidad, ya que la calidad es altísima y sus acabados perfectos.

El escultor Peter Demetz ha tenido la suerte de nacer en este lugar tan especial. Como no podía ser de otra manera, la talla en madera es su seña de identidad. Desde muy pequeño la escultura entró en contacto con el artista y el artista se dejó llevar para dejar rienda suelta a su imaginación. La tradición trabajada con esfuerzo, dedicación y constancia deja como resultado la perfección. La belleza de las obras de Peter Demetz solo es comparable con la de las esculturas clásicas. Pero para llegar a ello, el camino ha sido muy minucioso.

La talla en madera requiere un conocimiento de todo el proceso de preparación de la materia, tratamiento y acabado. Peter Demetz trabaja con madera de tilo, una materia blanda pero de grano fino que permite este tipo de tallado y modelado. Pero no solo el material es importante. También lo es el estudio escultórico y anatómico de sus figuras. Demetz estudia las expresiones corporales y faciales de las personas para así poder dotar a sus esculturas de esa sensación de realidad que emanan.

Para ello, Peter Demetz está muy atento a su entorno. Con su cámara de fotos capta a personas cuyos gestos le sirven de inspiración que luego pone en relieve con sus obras. Y no solo los gestos. Las expresiones gestuales es solo una parte del proceso. La postura y la posición de las figuras también están completamente estudiadas y sacadas del natural, como no podía ser de otro modo, para que el conjunto sea de lo más real posible.

Así, Peter Demetz consigue crear situaciones en las que sus figuras cobran vida y parecen estar transmitiendo al espectador un momento de realidad. Para crear el escenario donde se desarrolla la escena, el atrezzo de luces de led y de fondos de color que utiliza le sirven para crear el ambiente adecuado. Al observar el conjunto, todo tiene un sentido de introspección y de análisis de cada uno de los detalles que el artista ha creado.
Peter Demetz consigue así llevar al espectador al lugar donde quiere que permanezca: en el reflejo de una emoción que sirve como puente y enlace entre obra y visitante. La emoción sentida como parte de la obra y que identifica a aquel que la ve y observa.
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