El carácter impersonal que George Lucas les otorgó en su saga les hizo pasar desapercibidos a pesar de que fueron testigos presenciales en la batalla. Fieles secundarios de la segunda trilogía de Star Wars como vestigios de lo que en tiempos de la Antigua República fue un ejército de clones, los Soldados Imperiales –o Stormtroopers– han sido relegados a un segundo plano en la galería de los villanos al ser eclipsados por la fuerte personalidad de Darth Vader.
Culpa de este destierro en la memoria colectiva han tenido su catastrófica efectividad a la hora de ejecutar las tácticas de combate como Ejército Imperial: se les asocia con la incompetencia y la falta de puntería debido a que, a pesar de su clara superioridad en masa nunca fueron capaces de ganar a unos minoritarios, aunque infatigables, protagonistas rebeldes. Su torpeza no tiene excusa porque fue captada por el objetivo de Lucas.
A pesar de ello, y fruto del incondicional apego que los fans ofrecen desde hace décadas a la saga de Star Wars, los stormtroopers han visto recompensado su esfuerzo gracias a la dedicación de varios artistas que han hecho brotar la faceta más creativa de estos personajes que se ofrecen a priori tan indeterminados.
Su minimalista aspecto y su capacidad para pasar inadvertidos contrastan con la creatividad que sin embargo inspiran. Ejemplo de la despersonalización que se asocia al ámbito militar, el Ejército Imperial simboliza el carácter gregario del que, incapaz de ofrecer un espíritu crítico, sigue ciegamente las ideas ajenas. Precisamente por ello, algunos artistas se han esforzado por ofrecer la imagen más humana de estos soldados que, una vez acabada su jornada laboral y fuera de su actividad diaria en la defensa de un emperador estelar cegado por la oscura fuerza, contaban con familia, vida personal y sentimientos bajo esa inmaculada blanca coraza. Curioso resulta que la galaxia no esté exenta de un machismo, en este caso, sideral, puesto que, según parece no existían mujeres stromtroopers, algo que también se ha reivindicado desde el arte.
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Podemos afirmar que el primer ‘alistado’ en estas tropas fue Andrew Ainsworth, que, junto a Nick Pemberton, crearon en 1976 a partir de los dibujos conceptuales de Ralph McQuarrie, los emblemáticos cascos blancos que les identifican (si queréis ver cómo se crearon, pinchad aquí) . Este proceso cuenta con batalla legal con George Lucas incluida. Éste último ha perdido la demanda por los derechos del diseño de los uniformes; según el tribunal, son propiedad de su creador, Ainsworth.
Precisamente el mítico fabricante de los icónicos cascos fue el impulsor de la exposición que se realizó en la galería de arte Saatchi de Londres y que mostró 19 cascos tuneados por 19 artistas diferentes que ofrecieron su particular visión sobre el curioso yelmo galáctico, con un original resultado:
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Desde su salto a la pantalla en los años setenta, y aunque menos escogidos como modelos frente a cegadora popularidad de celebridades como Han, Leia, Luke o Chewbaca, estos personajes han posado para todo tipo de artistas que les han infundido toda la originalidad y distinción de la que carecían en la pantalla. Muchos de ellos han sido retratados usurpando el sitio a otros míticos personajes en célebres estampas, como los Beatles o el ‘Almuerzo sobre un rascacielos’ del Rockefeller Centre, o fotogramas, como Reservoir Dogs o El Resplandor.
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Desde el pop art o pinturas al máximo detalle para ensalzar el carácter romántico de la batalla planetaria, hasta su utilización como logos o soporte publicitario, pasando por técnicas basadas en graffiti, vectores o salpicaduras, varios artistas han hecho un poco de justicia a este personaje, un tanto arrinconado, al inmortalizarles de múltiples formas creativas. Carecen de rostro y nombre identificable pero sin duda pasarán a la historia cinematográfica, y gracias a estos artistas, lo harán cargados de colorido, humor y originalidad.
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