Estamos en temporada alta en cuanto a estrenos se refiere. Con los Globos de Oro entregados y las recién salidas del horno nominaciones a los Oscar, tenemos deberes pendientes y los estrenos más importantes empiezan a llegar oficialmente a nuestro país. La Teoría del Todo, Whiplash, Siempre Alice o Into the Woods, llegan a nuestras pantallas entre esta semana y la que viene. Estamos seguros de que ninguna de ellas pasará desapercibida en taquilla, sin embargo hoy queremos romper una lanza a favor de otra película sin nominaciones pero que ya cuenta con un largo recorrido en festivales (incluyendo el de Sitges y Sundance, donde se estrenó); a oscuras, pero pisando fuerte, viene directa a inyectar una apabullante dosis de ingenio al cine de género de terror más primitivo de todos: el de los cuentos infantiles, el del pánico a que el coco esté debajo de la cama, el de las historias que no nos dejaban dormir cuando éramos niños.
The Babadook, la opera prima de la australiana Jennifer Kent, basada en su corto Monster, recrea la historia
sobre un cuento aparentemente maldito que aterrorizará a una madre viuda y a su único hijo. Una base que no parece demasiado original, y que sin embargo consigue ofrecer momentos de tensión y suspense como no hemos visto en mucho tiempo, y lo consigue sin enseñar más de la cuenta, sino destacando el uso de los silencios y de la oscuridad por encima de cualquier otra cosa: si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo, es que la experiencia nos dice que no hay nada que de más pánico que lo que no se ve, y esta es precisamente la máxima de The Babadook, la misma máxima que nos hace taparnos con las sábanas como si esto fuera a impedir cualquier mal que estuviera por venir, la misma máxima que nos hace empatizar con Essie Davis (Amelia), una madre privada hasta de su sexualidad por un hijo un tanto… complicado.
- Libro The Babadook
- Pop-up libro The Babadook
- Samuel y Amelia
The Babadook es un cuento infantil con final trágico, es la historia de un monstruo que vive bajo la cama, es la historia inventada por un niño, y también es la historia de un adulto que no acaba de creérsela pero que tampoco deja de tener cierta inquietud por ella. Es la historia de un trauma del que somos partícipes, la historia de una adulta que termina por creer en sus propios miedos y pesadillas, siempre alimentadas por su hijo; y permítannos decirlo, pero ¿quien no ha sentido que sus palpitaciones incrementaban alguna vez por lo que pudiera haber detrás de esa puerta oscura de la habitación?
A continuación podéis ver un interesante vídeo de la creación del libro pop-up, primer responsable, del terror en la casa de Amelia y Samuel. El primero de ellos fue enteramente hecho a mano.
Pero si algo hay que ensalzar de The Babadook es que su lectura va mucho más allá de ser una película de terror. Su terror puramente clásico, da una vuelta más de tuerca para sentarnos en el sofá de una familia mono parental totalmente inundada por una culpabilidad insostenible que se vuelve psicótica y monstruosa en si misma. Una culpabilidad que consigue que el espectador se replantee si todo es un mero producto de la mente de una madre perturbada, o de la de un hijo con exceso de imaginación, o si verdad está ocurriendo todo aquello realmente. Una culpabilidad que está presente en cada rincón de esa casa, en cada habitación, en ese inquietante desván pero sobre todo en una madre que ha cargado con un rencor demasiado grande durante demasiado tiempo, un rencor y un odio cuya molestia ha anidado inconscientemente en ella y que adoptará la forma menos humana posible. Un rencor que solo tiene dos salidas: la de la locura o la de la contención. Si alguna vez os habéis planteado si se puede sentir un gran odio inconsciente por alguien, The Babadook os despejará las dudas: dejadle entrar…
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