Durante estas semanas, las olas de frío han sido constantes en toda la Penínsulas y las islas. Las nieves, el aire, las bajas temperaturas se han hecho notar, sin duda alguna, en cada uno de nuestros músculos y huesos. Muchos estarán contando los días que queden para que llegue la primavera, con unas temperaturas más suaves y algunos días de sol y calor incipiente, que ya van anunciando la llegada del buen tiempo. Los campos empezarán a teñirse de verdes de intensos colores y diferentes gamas. También las flores aportarán su toque personal, animando la paleta de los verdes con otros tonos más vivos y alegres.
Son los colores de la naturaleza los que han contribuido a animar muchas obras de arte. Hasta que el paisaje no consiguió independizarse como género artístico formaba parte de una obra mayor, como un telón de fondo para una representación teatral. El paisaje servía para establecer la escena que se narraba, colocar los personajes e incluso conseguir una narración lineal de lo que sucedía. Por ello, la figura del árbol se utilizaba como elemento de organización del espacio, delimitando y jerarquizando zonas. Así, se podía determinar un espacio externo de uno interno, lo presente del pasado, los personajes principales de los secundarios, determinando diferentes momentos narrativos.
Muchas veces, era difícil determinar el tipo de árbol que se utilizaba, a no ser que se tratase de un pino, un tilo o una encina. Éstos eran los más utilizados y también los más reconocibles por sus frutos. E incluso el desconocimiento de un elemento tan esencial como el tipo de árbol dejaba al espectador un tanto intrigado, ya que en muchas ocasiones permitía designar al personaje al que acompañaba, ya fuese mitológico o religioso.
Esto mismo ocurre con las flores que encontramos en cualquier obra artística. Todas ellas nos cuentan qué personaje es el que la porta, sus cualidades personales y trascendentales, e incluso permite reconocer la escena que se desarrolla. Con ello, se puede desarrollar toda una iconografía vegetal basada en el uso de flores y árboles en las obras de arte, cuyo fin es permitir al espectador conocer el significado más profundo de la mera contemplación visual, mucho más superficial.
El director francés Thomas Blanchard es conocedor de la importancia de los significados ocultos de las flores y de su relación con los conceptos de vitalidad e inmortalidad del alma humana. Por ello, ha decidido crear este bonito vídeo, capturando diferentes momentos del proceso de floración y mezclándolos con elementos como el agua, el frío, la tierra y el fuego. Todo muy en consonancia con el significado espiritual que estos elementos tienen y su relación con el paso de la vida.
Ikebana, el arte japonés milenario que diseña la senda de las flores
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