¿Alguna vez te has sentido dividido entre lo que dice tu cabeza y tu corazón?
¿Alguna vez te has sentido dividido entre lo que crees que debes hacer, y lo que te apetece realmente?
Cuando pensamos en estas preguntas, puede que vengan a tu mente momentos en los que has tenido que tomar decisiones, tal vez incluso etapas cruciales o puntos de inflexión dentro de tu vida.
Sin embargo, no siempre es necesario bucear tan profundo para encontrar ejemplos. Si te detienes un segundo te darás cuenta de que constantemente estás tomando decisiones que acaban configurando tu día a día, micro-decisiones diarias que conforman tu presente y la vida que tienes.
Estás mini-decisiones pueden ser más relevantes de lo que pudieran parecer en un primer momento, puesto que al final acaban determinando si actúas desde lo ‘tienes que hacer’, o desde lo que ‘realmente quieres hacer’. Y eso al final de un día tal vez no tenga mucho peso, pero después de 365 puede convertirse en una pesada mochila, sobre todo si cabeza y corazón no juegan en el mismo equipo.
El otro día hacíamos una recopilación de los cortos de animación más memorables de 2017 y hoy queremos que te fijes en uno de ellos desde un poquito más cerca. ¿Por qué hacemos parada en esta estación en particular?
La respuesta es simple pero fundamental, y tiene que ver con esto de lo que estamos hablando. Porque una buena forma de comenzar el 2018 es, precisamente, determinar hacia dónde queremos dirigir este nuevo ciclo que acaba de comenzar: analizar cómo configuramos nuestro mundo y cómo nos gustaría que fuera en realidad.
Cabeza y corazón conviven permanentemente, de lunes a domingo 24/7, y para empezar con buen pie es importante plantearnos si ambos bailan coordinadamente, o si no dejan de pegarse pisotones el uno al otro.
Con frecuencia nos empeñamos en perseguir la felicidad, como si fuera el conejo en una carrera de galgos. ¿Pero qué pasa si el sentimiento de felicidad no dependiera tanto del resultado, sino del proceso?
¿Qué pasaría si, precisamente, la sensación de bienestar y su presencia de forma estable en nuestra vida dependiera de la coherencia y el equilibrio entre la cabeza y el corazón?
A medida que caminamos hacia la vida adulta nos enseñan a pensar en el deber, en la responsabilidad, pero se olvidan de enseñarnos que la mayor responsabilidad que tenemos es, precisamente, la de cuidarnos y querernos, la de ser fiel a uno mismo.
Hay épocas de siembra, y también de recogida. Pero entre cultivo y cultivo es importante no olvidar lo que nos gusta, lo que nos hace felices, lo que nos da vida -sea lo que fuere-. Aquello que nos aleja de convertirnos en asas personas grises que un día tuvieron ilusiones y motivaciones.
Y ahora bien, ¿recuerdas cuándo fue la última vez que hiciste lo que realmente querías hacer?
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