Los famosos Manolo Blahnik de Carrie Bradshaw o el inconfundible estilo de Chuck Bass son solo algunos de los ejemplos de lo que las series, en los últimos años, han aportado a la moda y viceversa. Elementos fetiches de cada uno de los protagonistas que han creado sensación entre sus seguidores.
Desde los años sesenta, series como Bewitched (Embrujada) crearon tendencia dentro de la moda de la época. Laactriz ElizabethMontgomery daba vida a Samanta Stephens, una joven madre encargada de su hogar que debe afrontar los problemas cotidianos de la familia, y que cuenta con la ayuda de la magia para hacerles frente. Un estilo de mujer moderna que rompía con los estereotipos marcados por décadas y que, ahora mostraba su nuevo rol en la sociedad. Una nueva mujer que portaba los pantalones en la casa, aunque las minifaldas y los vestidos de llamativos colores eran prendas principales en el armario de la protagonista, principalmente los vestidos floreados que se habían convertido en los protagonistas de la moda de los sesenta y que Montgomery vestía en cada una de sus apariciones.
Años más tarde, en los setenta, tres ángeles marcaban la diferencia dentro del panorama televisivo: Charlie’s Angels (Los Ángeles de Charlie). Trajes de chaqueta, pantalones de campana y camisas con enormes solapas eran la seña de identidad de estas tres agentes secretas. Masculinizar a los personajes femeninos a base de su estilismo. Un rol que ahora ocupaban las mujeres, tras años de liderazgo masculino. Pero no solo el vestuario, fue el punto fuerte de Charlie’s Angels, sino que el peinado, copiado, de Farrah Fawcett se hizo famoso, llegándola a convertir en un mito erótico de la época.
Pero no es hasta los años ochenta que no se empezó a utilizar el vestuario como una nueva forma de promoción y explotación. La gabardina característica del agente Columbo (Colombo) o la chaqueta de piel de Michael Knight en Knight Rider (El coche fantástico), fueron dos prendas que, gracias a los personajes que las portaban, crearon tendencia dentro de la línea de moda masculina durante los años que duró ambas series en emisión. En ellas, personajes como Angela Channing de Falcon Crest, una mujer elegante, con unos diseños clásicos, pero que marcaban su carácter y que no se dejaba doblegar ante nadie, daba como punto de partida a una serie de personajes femeninos fuertes y ambiciosos; un nuevo rol para la mujer hasta aquel entonces desconocido. Aunque si hablamos de una serie que supo influir en la moda del momento, entre los más jóvenes, esa fue Fame (Fama). Una serie en la que calentadores, mallas, gomas elásticas como coleteros o camisetas cortadas con formas asimétricas fueron tendencia entre los más jóvenes. Todos querían bailar encima de un escenario al igual que Leroy o Lydia.
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Y si seguimos durante los años noventa, no paramos de tener prendas que, gracias a la pequeña pantalla, marcaron tendencia. El bañador rojo de Baywatch (Los vigilantes de la playa), que, gracias a él, ellas querían lucir un busto como la de las protagonistas y, ellos, unos abdominales como los vigilantes playeros. Pero no sólo de vigilantes playeros iba la vaina, sino que el tupé del rebelde Dylan, rememorando el del mítico James Dean, en Beberly Hills 90210, o las enormes gafas de Andrea, la intelectual del instituto, fueron algunas de las prendas más características de los personajes. Unas series que en su gran mayoría estaban enfocadas al público más juvenil, como Save The Bell, donde encontrábamos a Lisa, una de las protagonistas, obsesionada con la moda, aunque la que realmente creó tendencia fue Kelly, papel interpretado por Tyffani Amber Thiessen, en la que las mínimas camisetas con tejanos altos, retomaba la imagen de Lolita, una adolescente tierna, cándida y dulce en un cuerpo de mujer. Entre el público adulto, ellas, tuvieron un gran referente gracias a la sargento Scully en X-Files (Expediente X); la gabardina que la acompañaba en cada caso junto al agente Mulder, se hizo casi igual de popular que él. Pero, las que más fama y seguidores tuvieron durante los noventa, fue el trío formado por Monica, Phoebe y Rachel, la parte femenina de Friends que, gracias a esta serie, estuvieron copando las listas de las mujeres más atractivas, durante el final de los noventa y principios del 2000. En cambio, para ellos, había un personaje que creo cierto revuelo con su peculiar look: Spike, en Buffy, The Vampire Slayer (Buffy cazavampiros). Tinte rubio, chaqueta tres cuartos de piel desgastada y raya en el ojo, hicieron que los seguidores más acérrimos a la serie, tuvieron un referente al que imitar.
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En el 2000 llegó la revolución; miles de series estrenadas, para todos los gustos y estilos, desde el traje de chaqueta de la estilosa Gleen Close en Damages (Daños y perjuicios), las chaquetas de cuero de los protagonistas de Sons of Anarchy (Hijos de la anarquía) son pequeñas muestras de un gran catálogo de prendas fetiches que cada protagonista luce en su serie para otorgarle una personalidad que no forma parte de los guiones. Pero si de prendas fetiches hablamos, no podemos olvidarnos de las que encabezan este artículo. Los Manolo Blahnik de Carrie Bradshaw, en Sex and the City (Sexo en Nueva York), son casi una seña de identidad indivisible de Carrie, otorgándola clase, glamour y sofisticación. Lo mismo pasa con ellos, con el protagonista masculino de Gossip Girl, el heredero Chuck Bass que luce trajes clásicos, pero con toques de distinción y sofisticación, un estilo que no le impide utilizar colores y estampados, según la época del año em la que se encuentra la temporada de la serie. Un estilo que seguiría el equipo de diseño y vestuario de Mad Men, de la que Malatinta ya os ha hablado. Un vestuario que gracias a su éxito, diferentes diseñadores se han inspirado en los vestidos y trajes de lo/as protagonistas para crear líneas de moda.
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Moda y serie siempre han estado unidos y, cuando hablamos de series de éxito, los vestuarios y complementos favoritos de los protagonistas, se convierten en artículo de lujo, dignos para emular por seguidores y diseñadores.
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