Para todo amante del arte, el concepto de ruina evoca un sentimiento fascinante y melancólico a la vez. La ruina siempre trae el recuerdo de un pasado. Para algunos, de una edad no vivida, que se antoja fabulada e imaginada. Para otros, de una época vivida en primera persona, pero lejana y nostálgica tanto, para bien como para mal.

Durante el siglo XVIII, la ruina fue objeto de estudio y alabanza por muchos artistas. Para un joven Goethe, que viajó por la campiña italiana, la ruina evocaba la grandeza de una Roma perdida en el imaginario colectivo. Una Roma esplendorosa que tornó en escombros, cuyos únicos testigos ya mudos se encontraban diseminados por toda la geografía italiana. Y esas ruinas no dejaron de ser recogidas en espectaculares grabados, como los de Piranessi, o en obras pictóricas, como las de Füssli, para dar testimonio de todo lo antiguo y de la importancia de su conocimiento para el futuro.

La ruina fue ganando relevancia de tal manera que se convirtió en uno de los elementos indispensables de decoración en los jardines de las clases altas. No había jardín que no tuviese una “ruina” que evocara ese sentimiento de nostalgia del pasado, de su historia, de su importancia y de su levedad. Porque, al fin y al cabo, la ruina nos revela la condición efímera de todo lo que acontece en este mundo. No hay comienzo sin fin, ni fin sin comienzo.

Y los jardines ingleses de aquel período no estuvieron exentos de este elemento decorativo. Por ello, no es extraño que la firma arquitectónica inglesa Will Gamble no haya olvidado el papel relevante de la ruina en el proyecto Parchment Works. Una extensión de terreno, donde se encuentran los restos de una fábrica de pergaminos del siglo XVII, ha sido el lugar elegido para construir una residencia, cuyos inquilinos no apreciaron el valor arquitectónico de las ruinas que en él se encontraban.

Will Gamble vio desde el principio todo el potencial de esta vieja fábrica para poner en marcha Parchment Works. Consiguió salvar las partes más interesantes de la obra. Revitalizó y recuperó paredes enteras, ladrillos, techos de madera de roble e incluso restauró un cobertizo existente como parte integrante de la vivienda. Todo ello perfectamente combinado con el uso de técnicas modernas y materiales como el acero, el hormigón, la arena, el cemento o el ladrillo.

Uno de los principales propósitos de Will Gamble Architects era conservar a cara descubierta la mayor parte de estas partes antiguas. Por ello, tanto al interior como al exterior, estas ruinas permanecen en su estado natural. En algún tramo se han integrado como parte del resto del edificio. Pero el resultado es más que óptimo.

Al exterior, el empleo de ladrillo visto ayuda a que la vista general del conjunto sea muy homogénea. Will Gamble ha querido así dar importancia mayor relevancia al interior de la vivienda. Para ello, ha recurrido a elementos simples como el uso de suelos originales de loza, vigas de madera, techos de madera y paredes encaladas, que consiguen recrear un ambiente diferente y único.

El elemento más sorprende creado por Will Gamble es el porche del jardín trasero. Restaurando una de las paredes de la vieja fábrica, se consigue un ambiente de época lejos de toda moda contemporánea de catálogo publicitario. Los detalles de la ventana ojival o uno de los contrafuertes salientes sólo consiguen acentuar aún más la belleza de este espacio y evocar el estilo gótico arquitectónico por excelencia del país inglés.

Sin duda alguna, el proyecto Parchment Works resulta uno de los más frescos y novedosos del panorama arquitectónico actual. Will Gamble ha conseguido así aunar pasado y presente sin olvidar la grandeza de la ruina que lo precede.