El encanto multicultural de sus calles, su aroma mediterráneo, una densa historia que recoge su experiencia como cuna de distintas civilizaciones y un carácter inspirado en los dos continentes en los que se asienta dotan a la ciudad de Estambul del poder de embellecer cualquier lienzo dedicado a plasmar los detalles de esta hermosa ciudad. Esta afirmación cobra aún más sentido al analizar las colosales obras, en miniatura, de Hasan Kale. Este ‘microartista’ de ‘macrodestreza’ es capaz de comprimir con maestría la inmensidad de las panorámicas más extraordinarias de la capital turca en un simple grano de arroz o café.
Semillas, cáscaras, judías, almendras, chips de plátano, pipas y hasta escamas de pescado son inusuales lienzos que se prestan fácilmente bajo sus manos a representar diminutas panorámicas de su tierra natal. Este artista, que comenzó a pintar desde la niñez, interpreta bajo su personal perspectiva el rico bagaje histórico y cultural de Estambul desde una visión contemporánea, según explica en su web.
El tamaño es su desafío y reducir la esencia de la belleza, un objetivo cumplido, sin lugar a dudas. “Las cosas que habitualmente vemos pueden convertirse en algo invisible”, afirma. Ése es el punto de vista más importante de unas obras: logran atrapan con minuciosidad y detalle la inmensa fuerza artística del arte y la cultura de esta ciudad en reducidos lienzos.
El Estrecho del Bósforo, mezquitas, minaretes y la majestuosa Santa Sofía de Constantinopla o Hagia Sophia –rubricada por el paso de distintas religiones y máxima expresión de ese título de crisol de culturas que ostenta Estambul- se comprime hasta su más sutil esencia en estas pequeñas obras. Su belleza pasa a ser un valor oculto en una semilla o una palomita de maíz, que pasa desapercibido ante las miradas furtivas pero que crece inconmensurable ante aquellas que se empeñan en descubrir la enorme belleza que esconden.
Algunos de ellos no se perciben sin el uso de una lente de aumento, como el retrato del sultán Sultan Süleyman. Sin embargo, no sólo utiliza ingredientes y alimentos para plasmar sus minuciosas obras, ya que en ocasiones utiliza otros singulares lienzos como las alas de mariposa, medicamentos,cerillas y pinchos de cactus.
Este increíble nivel de detalle, altamente cuestionado quizá por algunos por la habilidad que refleja, queda patente y ajeno toda duda en los diversos vídeos que el artista ha grabado y que revelan la destreza que narran sus obras selladas a base de infinitesimales pinceladas y un dedo como paleta.
Técnicas pictóricas en miniatura, luces que definen al detalle las formas y un pincel de punta fina que traza una precisión casi quirúrgica, son las claves de unas obras que homenajean con suma habilidad a la otrora Bizancio y Constantinopla.
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