Hoy más que nunca la gastronomía ha adquirido el valor que se merece, considerándola además de uno de los mayores placeres de la vida, un arte inigualable. Ahora, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha querido fusionar arte y cocina; consiguiendo dar forma al ‘El Thyssen en el plato’, un extraordinario recetario configurado por 25 platos ideados por otros tantos chefs españoles de renombre; un diálogo entre arte y gastronomía; un viaje a través del gusto, entendido como sentido y como estética.

Los chefs seleccionados han recorrido las salas del Thyssen buscando inspiración en una pintura del museo. Cada uno de ellos ha elegido una obra y realizado una receta. No se ha buscado una traslación literal de la obra al plato, sino una inspiración que pudiera aparecer a través del tema de la obra elegida, la textura del material utilizado por el artista, los colores…
Cada cocinero explica, en un breve texto, por qué ha elegido esa obra y qué elementos del cuadro le han llevado a crear ese plato. Después está la elaboración de la receta con el listado de ingredientes, acabado y presentación.

Andoni Luis Aduriz, Mari y Elena Arzak, Martín Berasategui, Quique Dacosta, Diego Guerrero o Ángel León han sido algunos de los chefs participantes que han conseguido dar forma a obras como ‘Paisaje con el Palacio de Caserta y el Vesubio’ de Jacob Philips Hackert o ‘Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar’ de Salvador Dalí. Pero la conexión entre cuadro y plato no tiene por qué ser el color ni la forma. La mejor “traducción” de un paisaje boscoso puede ser un plato de setas, según demuestran en sus respectivas creaciones Víctor Arguinzoniz y Paco Morales. El reverso de la cocina como arte visual sería la pintura como arte gastronómico. ¿A qué saben los cuadros? Los cuadros producen emociones y la tarea del cocinero, como dice Samy Alí, es “trasladar emociones a sabores”.








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