La civilización griega no hubiera sido la misma sin una figura clave que contribuiría a la extensión de la lengua y cultura griega por todo el Oriente Próximo. Alejandro Magno marca un punto de inflexión claro en la historia, dejando atrás la época denominada clásica para dar paso al período de mayor gloria de los griegos, conocido como helenístico. Sin embargo, la muerte de este gran personaje también supuso el principio del fin de la unidad del imperio. Con su desaparición, los territorios se dividieron en satrapías gobernadas por los compañeros de Alejandro (Cratero, Perdicas y Antípatro) y la idea de crear un imperio universal empezó a desintegrarse.

Ello no supuso que desde Grecia hubiese una migración hacia los nuevos territorios conquistados. Al contrario. Esta emigración contribuyó a extender las costumbres, la forma de vida, el idioma, la organización económica, social y política de la polis principal hacia las colonias. Pero los colonos griegos tuvieron, desde un principio, una actitud bastante despectiva con respecto a las costumbres y formas de vida de los territorios conquistados. Para los griegos, su superioridad les daba la autoridad suficiente para “helenizar” todo el imperio conquistado por Alejandro. Por ello, establecieron una comunidad cultural en estos territorios formadas por la población griega nativa que tenían en común el idioma, una base jurídica común y un mismo modo de vida.

El gimnasio surge así como el elemento que aglutina la forma de vida de los griegos de las polis. Este lugar no sólo es un sitio físico donde entrenarse. El gimnasio se constituye como institución cultural y pedagógica que transmite la educación griega de la metrópolis. Esa educación estará integrada por un entrenamiento físico en la palestra y una educación musical y literaria que se imparte en el mismo lugar. En un principio, solo los griegos auténticos podían asistir al gimnasio. Cuando las clases pudientes de los territorios conquistados quisieron entrar a formar parte de este grupo selecto, empezaron a asistir a los gimnasios para helenizar sus costumbres y poder así tomar contacto con las clases que constituían el poder en las colonias y obtener las ventajas de los griegos de la metrópolis. A estos extranjeros helenizados se les conocía como “gente del gimnasio”.

Con estas premisas,  se puede entender un poco mejor el concepto de belleza durante este período. La gente pudiente era considerada rica y buena, acudía a los gimnasios donde ejercitaban el cuerpo y la mente, por lo que se les representaba con un cuerpo perfecto según los cánones dictados en aquel momento. La gente modesta era considerada deforme en cuerpo y en alma, se dedicaba a las labores diarias y al trabajo, por lo que se les representaba de forma natural y sin gracia alguna. Esta es una de las razones por las que las representaciones escultóricas del período helenístico recogen la perfección de todos los cánones hasta ahora utilizados. La escultura es el arte de la propaganda que representa los cuerpos atléticos de las clases adineradas o lo que es lo mismo: lo que es bueno, lo que es rico, lo que es mejor.

En relación con esto último, surge el concepto del desafío o la disputa, denominado agón, donde hay que entrenarse para ser el mejor, independientemente del campo en el que se ejerza. Las clases acomodadas tendrán ese concepto muy asimilado desde la cuna, alentándose a superarse y ser los mejores en cualquier ámbito, desde la competición olímpica, pasando por las armas, hasta la música, el teatro o las artes plásticas. También hay que añadir que ser el mejor determinaba recibir todo tipo de agasajos y condecoraciones y, en el caso de los atletas y los guerreros, eran considerados casi como héroes.

Todo ello queda perfectamente reflejado en las esculturas de la época, que recogen como una crónica los eventos y celebraciones que tenían lugar para celebrar las victorias. En el British Museum hay una amplia colección de piezas que lo reflejan. CaixaForum ha querido mostrar al público esa parte de la historia poco conocida a través de una interesante exposición bautizada como “¡Agón! La competición en la antigua Grecia”. En esta muestra, CaixaForum ha pedido cedidas al British Museum 172 piezas, entre las que se encuentran monedas, cerámicas, esculturas y joyas, que recogen este concepto de la competición, el culto al cuerpo y la mente, la belleza y la celebración. De todas ellas, cabe destacar parte del friso del Mausoleo de Halicarnaso, un monumento funerario de mediados del siglo IV a.C. construido para contener los restos del sátrapa persa Mausolo. Esta obra fue considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, debido a la grandiosidad de sus proporciones al alcanzar los 45 metros de altitud y 1.216 metros de superficie.

La exposición fue inaugurada este viernes y podrá ser visitada hasta el próximo 15 de octubre. Las piezas expuestas han sido recientemente restauradas y están siendo exhibidas por primera vez fuera de la capital londinense. Una oportunidad única para poder observar de cerca las maravillosas piezas griegas que tiene el British Museum y que tanta controversia despiertan, sobre todo desde que el país heleno reclama los frisos del Partenón como parte de su herencia cultural y que el museo no está dispuesto, por el momento, a devolver.