50 sombras de Grey puso de moda el BDSM entre el gran público. La imagen que dio sobre este campo fue bastante sesgada, y el libro no es gran cosa. No destaca por original, ni siquiera por escandaloso. Sin embargo, lo realmente magnífico de su popularidad fue la constatación de un hecho: millones de mujeres alrededor del mundo, daba igual la edad o su condición social, no pudieron evitar sentirse atraídas por una serie de actividades que nuestra sociedad se empeña en esconder.
Aún existe un pensamiento bastante generalizado según el cual practicar un sexo diferente ayudado de artefactos, cuero o cuerda es algo que debe producirnos vergüenza. O que sólo disfruta el hombre. O que el dominado sufre o está obligado a hacer las cosas que hace. Nada más lejos de la realidad. En los juegos propios del BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo), disfrutan libremente unos y otros en todo momento. El problema es la desinformación de la sociedad sobre el sexo atípico, y la existencia de mucha leyenda urbana.
No tiene sentido demonizar una serie de costumbres sexuales que está demostrado que gusta a más gente de la que se atreve a confesarlo. El BDSM puede disfrutarse a diferentes niveles, empezando por cosas muy básicas, por hombres y mujeres, da igual la inclinación sexual. Nadie hace nada que no quiera hacer. Muchas veces es algo más psicológico que físico. Es algo mucho más complejo que unos azotes.
Uno de los actos que en un principio puede parecer más simple e inocente es el bondage, es decir, todo lo que tiene que ver con atar o ser atado en un contexto erótico. Se puede empezar con lo más simple, las típicas esposas al cabecero de la cama. En cambio, existen formas muy diferentes y avanzadas, incluso artísticas, de llevar a cabo esta práctica. La más peculiar, hermosa y especial es el shibari.
- Fotografía de ‘Tentesion’
- Fotografía de ‘Tentesion’
El shibari es el arte japonés de atar y colgar a la pareja, tradicionalmente mujeres. Para llevarla a cabo de manera segura y eficaz, es necesario que el maestro o nawashi (que literalmente significa maestro de cuerda) esté sobradamente preparado. El shibari requiere conocimiento, destreza y mucha paciencia. Se diferencia de otros tipos de bondage en que la forma de colocar las cuerdas y sus nudos alrededor del cuerpo buscan principalmente dos cosas: presionar sobre puntos erógenos y buscar una composición bella con la postura de la persona atada y la posición de los amarres.
El shibari resulta placentero a la persona atada por diversas razones. En primer lugar, físicamente es bastante perturbador. El roce de las cuerdas en determinadas zonas sensibles de nuestro cuerpo producen placer. A esto hay que sumarle los efectos de la suspensión. Es muy normal que en este juego la persona atada sea posteriormente colgada. La suspensión hace que se pierda la noción del espacio. La sensación que proporciona la ingravidez, parecida a volar, es muy poderosa.
En segundo lugar, los efectos psicológicos son muy fuertes. Estar atado te hace sentir indefenso, lo que produce una descarga de adrenalina en el cuerpo que choca frontalmente con la paz de saber que confías en la persona que te ata. Además, la persona atada se deja hacer, lo que les libera de tener que pensar o hacer nada durante el proceso, simplemente se limita a sentir. Por último, la situación desinhibe tanto que uno acaba por alejar la vergüenza que produce estar tan expuesto y practicando algo, a priori, tabú.
Una vez terminado el proceso de atar y suspender se pueden hacer muchas cosas entre maestro y sumiso. Todo dependerá de la relación que exista entre ambos. Se puede terminar ahí el juego, realizar algún tipo de masturbación o se puede practicar sexo intensamente, todo lo que se haya consensuado antes. Por esto es tan importante que exista una buena relación entre atado y maestro.
El shibari es tan hermoso que ha sido objeto de su estudio por diversos fotógrafos y artistas. El más famoso es el nipón Nobuyoshi Araki. En sus imágenes la mujer es habitualmente atada y suspendida de maneras muy bellas y expresivas. Hasta la propia Lady Gaga se dejó amarrar y fotografiar por él. Sus exposiciones han sido objeto de controversia. Asociaciones feministas le han acusado de ser un misógino al interpretar que las mujeres estaban siendo maltratadas. Nada más lejos de la realidad. Para Araki, atar fuertemente es sinónimo de abrazar. Para conocer más de su trabajo, os dejamos un documental sobre su obra.
- Lady Gaga para Nobuyoshi Araki
- Lady Gaga para Nobuyoshi Araki
- Lady Gaga para Nobuyoshi Araki
En España también tenemos fotógrafos aficionados a trabajar con este arte. Destaca Tentension, autor de la serie Shibari Experience a la que pertenecen las imágenes que ilustran este reportaje. De hecho, es el autor de Shibari & Bondage, el primer libro sobre este ámbito editado en España. Una publicación muy especial, pues no es fácil que tantos maestros accedan a ser fotografiados, como tampoco fue fácil encontrar editoriales que se atrevieran a tratar un tema tan escabroso. Si quieres profundizar más, su web es de visita obligada.
Que el miedo no te frene a la hora de probar cosas diferentes. Investiga, infórmate, libera tu mente, descubre que es el shibari. Y si no, al menos disfruta de su indudable belleza artística que te ofrecemos de la mano de alguno de los fotógrafos más atrevidos del momento.
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