Espejito, espejito, ¿por qué no tienes filtros de Instagram?

Posiblemente no tendríamos dedos suficientes en manos y pies si tuviéramos que contar las veces en las que nos criticamos y menospreciamos a nosotros mismos, haciendo que en la balanza nuestros defectos pesen más que las virtudes.

Cuando hablamos de la imagen y del cuerpo, probablemente necesitemos los dedos de un festival entero para poder contabilizar los comentarios despectivos, especialmente cuando hablamos de la mujer.

Esclavizados por una sociedad en la que los cánones de belleza rondan lo irreal, lo antinatural; donde las marcas de nuestro cuerpo en vez de contar una bonita historia –la nuestra- , se convierten casi en estigmas que conviene erradicar porque se atribuyen a la máxima expresión de fealdad: estrías, cicatrices, arrugas… Te encuentras con reflexiones en el camino que te hacen replantearte lo que realmente valoras de ti misma/o cuando te miras en un espejo.

Si bien es cierto que las campañas de publicidad de Dove despiertan polémica por mostrar mujeres estereotípicamente guapas y esbeltas como ejemplo de “belleza real” y  a sabiendas de que se trata de una marca cuya labor principal es la de hidratar esas marcas de lo anti-natural, recogemos un anuncio que tiene un tiempo pero invita a reflexionar.

Eres la única persona con la que seguro vas a tener que convivir durante toda tu vida, así que… ¿Por qué decirte a ti mismo lo que resultaría impensable decirle a alguien más?

Quizá es hora de replantearnos si la belleza es lo que desfila en Cibeles, o lo que circula dentro –y fuera- de cada uno de nosotros.