No es la primera vez que hablamos de la segunda vida de los objetos reconvertidos en arte. Ni será la última. El arte reciclado, a través del uso de desechos y objetos antiguos, tiene numerosos adeptos en todo el mundo y, de hecho, en nuestro país se abrió el pasado año el primer concurso nacional ARTE Y RECICLADO, a cargo ID-Arte Madrid Recicla, con el objetivo de sensibilizar al espectador sobre las diferentes posibilidades que ofrece el reciclaje de los objetos. Y es que, una vez que descubres el inmenso mundo de artistas que hacen auténticas y espectaculares obras de arte a base de basura, no quieres salir de él. Ejemplo de ello es la joven argentina Elisa Insua, quien es capaz de transformar viejos teléfonos, antiguas Games Boys, iPods, piezas de ordenador, cámaras de fotos y cartuchos de impresora en el mismísimo Darth Vader.

Licenciada en Economía Empresarial por la Universidad Torcuato Di Tella en 2012, esta joven se declara obsesionada por el “color, diseño y el arte”. Fue gracias a un viaje por diferentes lugares de toda Europa donde se “disparó” toda su creatividad y le picó el gusanillo del arte, gracias a la influencia de numerosos artistas europeos que conoció durante su aventura. A su vuelta a Argentina, con tan sólo 21 años, realizó su primera exposición en San Telmo y poco tiempo después, fue convocada para la muestra anual Arte Espacio como artista emergente. Como no era de extrañar, su obra causó mucho impacto y comenzó a despertar el interés entre coleccionistas y galeristas. Desde entonces, Elisa puede presumir de vivir de su arte al 100%. “Siempre me fascinó el arte. Desde los 16 años vengo haciendo obras con la técnica de collage. No creía que podría vivir del arte hasta que empecé a vender obras sin parar, a exponer, hacer encargos para personas y empresas… y cuando me di cuenta de que ganaba más plata como artista, y me gustaba mucho más que mi vida corporativa, hice el ‘switch’. Pero la economía también me interesa mucho. Sigue siendo la sección del diario que leo primero”, reconoce Elisa en una entrevista a Twit Político.

«El concepto transversal de mi obra es el poder, en sus variadas formas: el dinero, la fama, la fuerza. Aparece la ambición como motor vital, pero también como pecado fatal. Mis piezas reflexionan sobre el deseo, la ostentación, y sobre la delirante obsesión humana por perdurar en la historia. Lo sagrado y lo profano se unen, se contraponen y se entretejen. Lo profano se sacraliza y lo sagrado se profana. El enriquecimiento y la acumulación aparecen como mandatos bíblicos, y los dioses se reducen a meros commodities», cuenta en su web sobre su obra.

Inspirada por la cultura pop, la argentina -también conocida como la “Naranja Metálica”- cuenta con dos centros de recolección, ambos situados en su país de origen, donde numerosas personas, seguidores y amigos, colaboran en la donación de viejos objetos. Llaves, monedas antiguas, móviles, botones, juguetes,… son algunos de los elementos principales de los que se componen sus alucinantes esculturas. Toda una delicia para saborear lentamente.