Mancharse en pleno proceso creativo puede ser lo más normal para un artista. Chuparse los dedos ‘entre pinceladas’ no tanto. No se asusten, Jason Baalman puede tener muchas manías, pero los desórdenes alimenticios no se encuentran entre ellas. La explicación es que este artista ha optado por utilizar simples snaks de Cheetos como vía de expresión y, mientras las musas le inspiran, picar entre horas sin tener que asaltar la nevera.
Baalman, conocido como el “chico que pinta con Cheetos”, comenzó a realizar su serie más apetitosa por encargo. Fue la propia marca de Cheetos, propiedad de PepsiCo, quien le fichó a finales del 2012 para ilustrar las reñidas elecciones presidenciales a los Estados Unidos. Tenía que retratar a los dos candidatos a ocupar el despacho oval, Barack Obama y Mitt Romney, con la única ayuda de las distintas variantes de Cheetos que se encuentran en los supermercados. Tarea fácil para Jason Baalman y un regalo para la vista –y porque no también para el gusto– para su público.
Para dar finalmente forma a los retratos ‘comestibles’ de Obama y Romney, el artista empleó cerca de 2.000 Cheetos para cada cuadro, así como 100 horas de trabajo para realizar el encargo. No trascendió cuánto engordó con esta aventura, pero lo que sí parece que le cogió gusto a la propuesta, ya que desde entonces utiliza Cheetos como vía de expresión y, porque no decirlo, hacer caja gracias a una promoción publicitaria extra para este aperitivo reconvertido en arte.
A partir de ese encargo, Baalman recibió otros como retratar a uno de los Minios de Gru 2: mi villano favorito, ocho meses después de inmortalizar con Cheetos a Obama. Luego le vendrían apariciones estelares en programas de televisión, donde mostrar sus buenas dotes con estos snaks con los que ya ha dado vida a Elvis Preysler Cee Lo Green, Conan O’Brian y Rachel Ray. Y todos ellos para comérselos.
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Vida más allá de los Cheetos
Para ello ha tenido que dejar de lado sus antiguas herramientas de trabajo. Baalman era ya un viejo conocido de los medios de comunicación por su afán por retratar estrellas del celuloide y demás personajes conocidos con productos poco comunes en el mundo del arte. Se dio a conocer a nivel internacional por plasmar sus lienzos con monedas, soldaditos de juguete, pasta dentífrica, pintalabios, patatas fritas, kétchup o salsa barbacoa.
En este caso, los protagonistas de sus primeras obras mejor condimentadas fueron Ronald McDonald’s y el protagonista de la película Super Size Me. Creaciones que se muestran en el siguiente vídeo y que se dieron forma con tan sólo diez sobres de kétchup, varias patatas fritas, mucha imaginación, además de fuerza de voluntad para no comerse la obra cuando a uno le entra el gusanillo. Y es que, una vez que haya expuesto las piezas, ¿qué piensan que podría servirse como catering?
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