Sarah Jessica Parker, Lady Gaga, Catalina Middlelton, Camila Parker Bowles, Victoria Beckham, Madonna… todas comparten un fetiche y el culpable no es otro que Philip Treacy con sus increíbles sombreros y tocados. A primera vista, cualquiera podría pensar que poco en común en cuestión de gustos la princesísima de Inglaterra con la excéntrica cantante del Bad Romance, pero las creaciones de este diseñador inglés no entienden de límites ni de tipos de clientas, por lo que sus diseños han conquistado tanto a celebrities como aristócratas de todo el planeta.
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Hijo de un panadero, Philip Tracey nació en 1966 en un pequeño pueblo al oeste de Irlanda en el seno de una numerosísima familia. Desde muy jóven solía espiar las bodas que tenían lugar en la iglesia de su pueblo porque para él «eran el equivalente a un desfile de moda». Aquel niño no podría imaginar por aquel entonces que un día, sentado entre los invitados a la boda de Camilla Parker-Bowles con el príncipe Carlos, heredero de la corona británica, vería entrar a la novia con un tocado hecho por él. «Fue el día más increíble de mi vida. Para mí, que de niño vi la boda de la princesa Diana por televisión, estar allí ante la futura reina de Inglaterra con una de mis creaciones, fue algo asombroso».
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Tenía sólo 5 años cuando comenzó a coser realizando vestidos y sombreros para las muñecas de su hermana. A pesar de vivir en la Irlanda católica de los 70, su padre nunca se opuso a su afición por la moda y así, durante toda su infancia, continuó su sueño ‘robándole’ la máquina de coser a su madre mientras ella estaba fuera de casa. Años más tarde, en 1985, se matriculó en el National College of Art & Desing de Dublín y al acabar se trasladó a Londres para continuar sus estudios en el Royal College of Art de la capital inglesa. Poco tiempo después, Philip conocería a una de las personas más importantes de su carrera artística: su musa y descubridora Isabella Blow. «Cuando me suento deprimida, voy a ver a Philip, me pongo uno de sus sombreros y me siento fantástica», decía la famosísima editora y estilista de moda. La misma que entró en la casa Chanel junto al diseñador y dijo «nos gustaría tomar un té» para presentar sus diseños a la maison y la misma que le confió el sótano de su casa para que montara allí su taller. Isabella Blow tenía, sin duda, un ojo único para descubrir talentos, y es que fue su instinto creativo quien también descubrió al mismísimo Alexander McQueen. Junto a Isabella, Philip pudo demostrar al mundo su arte sin límites realizando las creaciones sombrereras más locas y originales jamás vistas. En ella se juntaban dos polos opuestos que definen la moda británica: la irreverencia y la tradición. Su estilo era tan audaz como erudito; uno de sus sombreros favoritos de Treacy, en forma de galeón, era una referencia a una moda del siglo XVIII con la que las mujeres aludían en sus tocados a las victorias navales de su país. Ella hizo de la ropa impactante y de los sombreros estrambóticos su sello de distinción, de hecho, la propia Blow solía decir que usaba sus sombreros bizarros como una armadura para protegerse y ocultar su rostro al mundo.
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Su gran oportunidad vino en 1991, cuando Karl Lagergeld le propuso colaborar con él en Chanel. Su primera creación para la maison fue portada de Vogue UK con Linda Evangelista como protagonista y dos años más tarde presentó su primera colección sobre la pasarela con la presencia de las supermodelos más importantes de los años 90. «Los medios enloquecieron cuando todas estas chicas desfilaron para mí y eso cambió completamente la percepción del sombrero». Al año siguiente, Treacy abrió su propia tienda en Londres y poco tiempo después, su carrera despegó a lo más alto con colaboraciones para firmas y modistos de la talla de Versace, Dior, Alexander McQueen, Givency o Armani, así como con creaciones para celebrities como Lady Gaga, Sarah Jessica Parker o Victoria Beckahm y para miembros de todas las casas reales europeas. Un dato curioso: este diseñador llego a firmar nada más y nada menos que 36 de los tocados que lucieron las invitadas al enlace de Guillermo de Inglaterra y Kate Middelton. Una muestra de su conquista indiscutible en el terreno del diseño de sombreros.
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Sus trabajos pueden llevar desde tres horas hasta tres años. Cada año realiza dos colecciones prêt-à-porter con 55 modelos que se venden en diferentes colores en su tienda de Londres. Para él, todo el mundo puede usar sombrero, «todos tenemos una cabeza, por lo tanto, todos tenemos la posibilidad de usarlo. Cuando uno conoce a alguien lo primero que ve es su rostro, no sus pies o sus manos. El propósito de un sombrero es mejorar los rasgos». Sin duda, puede que te guste o te horrorice, pero de lo que no cabe duda es que Philip Treacy es un artista único, capaz de unir arte y moda desde la cabeza.
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