Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente.” Con esta sentencia, el famoso pensador chino Confucio definió el elemento más importante que toda casa tiene: sus habitantes. Según sus ideas filosóficas, un hogar no lo conforman las paredes que lo sustentan sino las personas que lo integran. Por ello, no es de extrañar que los palacios de Asia Oriental se adaptaran a las necesidades de sus moradores y estuvieran formados por diferentes áreas que albergaban una residencia real, un amplio complejo administrativo y lugares de esparcimiento y recreo.

[photomosaic ids=»24379,24380,24381,24382,24383,24384″]

La palabra “palacio” tiene su origen en la palabra latina palatium, que deriva de la palabra Palatino y que da nombre a la célebre colina donde se situaba la residencia de los emperadores romanos. El palacio así alberga la residencia oficial de un jefe de estado, sea monarca o presidente. En la actualidad, la mayoría de ellos están formados por diferentes estancias que se destinan a diversas funciones, como se viene haciendo desde hace siglos. Pero dependiendo del lugar donde se sitúen, cada palacio es diferente en esencia y en finalidad.

[photomosaic ids=»24385,24386,24387,24388,24389,24390″]

Una de las características más curiosas de los palacios del Lejano Oriente es el principio de espacio para reunirse con la gente. Se asume que los palacios son lugares públicos de reunión o encuentro con otros, con amplias explanadas o patios para albergar a una gran cantidad de personas en su interior. El gobernante recibe al pueblo en estos espacios y comparte con ellos ceremonias y celebraciones a la par que pueden hacer peticiones o sugerencias a sus líderes. No será hasta la llegada de las dinastías Ming y Qing en China cuando se incorpore el principio de privacidad dentro del palacio. El ejemplo más claro llegó con la construcción de la Ciudad Prohibida. De esta forma, dentro del conjunto palatino se empieza a separar una zona pública o dedicada a actos de carácter oficial y una zona privada para residencia del jefe de estado de turno.

[photomosaic ids=»24391,24392,24393,24394,24395,24396,24397″]

Dentro de las diferencias claras entre los principios en los que se basa la construcción de estos lugares regios, cabe destacar que la búsqueda de la armonía y el contacto con la naturaleza están más presentes en los palacios japoneses y coreanos mientras que en los chinos se interesaban más  por el lugar de ubicación para ejercer un gobierno férreo y eficaz.  En este último caso, el palacio se instalaba en amplias llanuras para construir el típico edificio de planta cuadrada y con puertas de acceso situadas a intervalos regulares de distancia, con la parte residencial situada en la parte posterior y las zonas comunes en la parte anterior. Cierto es que la topografía de los dos primeros dejaba poco espacio para construir este tipo de planta en sus complejos palatinos, ya que buscaban el carácter más defensivo, en el caso de los coreanos al situarlos sobre montañas o colinas escarpadas, y que contrasta claramente con el carácter más político y controlador de los chinos, que los situaban en el centro o en la zona norte de las ciudades que fundaban.

[photomosaic ids=»24398,24399,24400,24401,24402,24403,24404″]

Lo que todos ellos tienen en común es la filosofía del fen shui a la hora de localizarlos. El entorno que rodea a la construcción afecta a la vida de las personas que lo habitan. Por ello, la construcción debe estar en armonía con la naturaleza para que ésta le brinde prosperidad y protección en todo momento. Una mala localización puede causar hambre y guerra a sus huéspedes. Así, los ríos, montañas, valles, rocas… todos y cada uno de los elementos deben estar situados en un lugar apropiado. La mayoría de los palacios incorporan lagos, puentes de piedra, jardines… que están ubicados correctamente para generar armonía y equilibrio en el entorno. Incluso se puede notar como la mayoría de las edificaciones están orientadas hacia el sur, buscando la luz del natural del sol y evitando la cara norte, mucho más fría y sombría.

[photomosaic ids=»24414,24413,24412,24411,24410,24409,24408″]

Con todo este conglomerado se puede comprobar cómo la tradición antigua se mantiene en la mayoría de las construcciones actuales, no sólo siguiendo los principios y filosofía marcada por los ancestros, sino también por el respeto hacia la naturaleza y sus ciclos. Éste es sin duda el elemento unificador en todo el Lejano Oriente y que se constituye como seña de identidad. No es de extrañar que los arquitectos actuales de todo el mundo hayan vuelto la vista hacia la cultura y tradiciones orientales, cuya funcionalidad, empleo de materiales, respeto e integración de la naturaleza y la sencillez de sus diseños geométricos son fuente de inspiración constante.