Fotos, videos, stories, pensamientos, frases, deseos, hashtags, gifs, lugares y un largo etcétera, con el que podríamos estar enumerando durante todo el día la cantidad de opciones que solamente Instagram da a sus usuario para compartir su vida y pensamientos. A principios de este mismo año el portal Statista publicaba que 2018 comenzó con más de 2.000 millones de usuarios en Facebook, 800 millones en Instagram y 330 millones en Twitter, es decir, millones de personas navegando por las redes sociales, consumiendo y siendo partícipes, en algunos casos de actos de acoso y violencia.
Pero no sólo las personas o el sector turístico sufren las consecuencias de la interconexión constante. Hoy en día nos parece normal escuchar noticias cómo un grupo de turistas en Buenos Aires encuentran una cría de delfín y por conseguir un like lo sacan del agua y se hacen selfies con ella hasta que fallece o cómo meten cruelmente en un tanque de agua a un elefante para el deleite de los espectadores del zoo. Pero, ¿qué pasaría si encontráramos una criatura por primera vez y subiéramos su fotografía a las redes sociales?, ¿qué impacto tendría en ella?, ¿merecía la pena todo por una simple fotografía?, ¿qué sería de ella?, ¿cambiaría su vida?
Preguntas y conductas intolerables que la agencia Jung von Matt/Next Alster (Hamburgo, Alemania) nos obliga a reflexionar en un anuncio maravilloso.
¿Y si los hombres fueran mujeres en los anuncios del siglo XX?
Deja una respuesta