Días tras día, minuto tras minuto, paso tras paso, en cada momento nos cruzamos con multitud de extraños de los que nunca reparamos ni un solo instante. ¿Quién será?, ¿cuántos años tendrá?, ¿cómo será su vida?, ¿tendrá pareja? y…¿trabajará?, ¿en qué?, preguntas de las que quizás nunca obtengamos respuesta. Ahora, la artista mallorquina Andrea Castro reflexiona a cerca de ésas personas a las que no prestamos atención, pero que están más cerca de nosotros de lo que nos pensamos, porque todos estamos más conectados de lo que creemos.

En 1930 el escritor húngaro Frigyes Karinthy desarrollaba en su cuento ‘Chains’ una de las teorías más impactantes y revolucionarias de la época. La hipótesis de los ‘Seis grados de separación‘ probaría que cualquiera puede estar conectado a cualquier otra persona a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces). Es decir, ésa persona con la que quizás coincides en el vagón de metro que se sienta junto a la puerta cada mañana, está más cerca de ti de lo que pensabas. Una teoría que ha ayudado a Andrea a diseccionar cada uno de esos momentos inconscientes e irracionales: «estamos rodeados de extraños, cada uno con sus vidas y sus trayectos. Aún así, alguna vez compartimos algo con esas personas: una sonrisa, una ayuda al recoger, unas monedas que se le habían caído o incluso, un momento incómodo cuando nuestro espacio personal se ve invadido o cuando alguien nos mira más tiempo de lo debido»

Personas que vienen y van, pero cada una de ellas distintas, con sus propias preocupaciones y anhelos: «siempre me he hecho preguntas un tanto extrañas como «¿cuántas veces en mi vida me habré cruzado con un asesino por la calle?¿Y con un médico que haya salvado una vida? Y si fuera a sentarme al lado de esa mujer en el banco, ¿cuál sería la historia más descabellada que me contaría?». Historias de vida fugaces que nos ayudan a entender aún más la obra de Andrea, gracias a las sensaciones que ésas personas dejan en nosotros.

Una impronta que, sin querer, se queda adherida a nosotros y alejada del realismo que anteriormente caracterizaba su obra, Andrea se ayuda de una buena composición a través de un plano de escena cuidado y una paleta de colores estudiada al detalle que, gracias a sus delicadas veladuras, nos trasladan a esos miedos y sueños que invaden el mundo cada día. «En realidad, ésa historia es un cuento inventado con algunos de los desconocidos con los que me cruzo por la calle y que responde a la pregunta de «lo que podría haber pasado pero no ocurrirá«.»