Mirar un cuadro y que te transmita sentimientos, recuerdos, emociones, en definitiva, que te transporte a esos momentos olvidados que cada día anhelas recordar y que, nunca consigues alcanzar. Eso es una gran obra. La pintura figurativa ha sido la herramienta por la que el artista a modo de fotografía atemporal robaba miradas, expresiones e incluso pensamientos a sus modelos para transportarlos a su obra haciendo sentir al espectador esa incomodidad, tristeza o alegría que se cocía en ese momento en el estudio y, eso es lo que nos transmite la obra de Andrea Castro. Una obra figurativa y conceptual que nos transporta a ese sentimiento, a ese momento que tanto anhelábamos. Por eso y por mucho más, hoy, Malatinta habla con Andrea Castro.
Andrea es…
…Una artista de 28 años que vive y trabaja en Mallorca y a la que le gusta el deporte y tocar el piano pero odia, odia cocinar.
¿Cómo definirías tu trabajo?
A caballo entre figurativo y abstracto, aunque siempre hay una parte figurativa predominante que tiene más peso que la abstracta. También considero que es un trabajo sociológico y psicológico, ya que estudio el comportamiento humano tanto a nivel individual como colectivo.
Estudiaste diseño de moda, pero decidiste que lo tuyo era la pintura y el arte más conceptual, ¿en qué momento llegó ése repentino cambio?
Realmente en un principio yo quería estudiar Bellas Artes pero cuando llegó el momento me dio miedo que lo que más me gustaba se pudiera convertir en algo que me cansara, así que decidí estudiar Diseño de Moda. Una conclusión bastante estúpida que me hizo ver una compañera al decirme «esto es como si yo quiero una casa con jardín y piscina, pero como no sé si luego me voy a cansar o no me va a gustar, mejor me quedo en mi piso de 80m pensando en esa casa». Después de escuchar eso, aún necesité un buen tiempo para decidirme, pero al final cambié del mundo del diseño al del arte.
¿Qué te aporta la pintura que no encuentras en el mundo de la moda?
La libertad de poder elegir lo que vas a crear. Al fin y al cabo en el mundo del diseño en general trabajas para un cliente final que te contrata y aunque puedas ser autónomo o crearte tu propia marca, siempre vas a pensar que esas piezas se tienen que poder llevar y vender. Y aunque si bien en la pintura también quieres vender tus obras, no es algo que pienses mientras vas pintando, sino que es al final, cuando la obra ya está terminada, que te preguntas «¿gustará?».Otra de las cosas que me gusta más de la pintura que del mundo de la moda es la individualidad. Para hacer una colección de moda necesitas muchos más materiales, proveedores y contactos externos. A la hora de pintar un cuadro es algo mucho más íntimo e individual, y eso me atrae mucho más. También he de decir que ¡odio coser a máquina! Pero sí que es cierto que el estudiar diseño de moda me ha influido a la hora de crear mis obras ya que me gusta añadirles abalorios o bordarlas.
¿Te consideras una pintora figurativa o por el contrario te dejas llevar por el momento?
Creo que de momento estoy todavía «atrapada» dentro de lo figurativo. Pintar un cuadro es un proceso que para mí siempre se divide en dos partes: primero la figurativa y después la parte en la que transformo o destrozo lo pintado para darle vida a los personajes que he creado. Así que se podría decir que al empezar me limito hasta que llega un punto en el que veo más claramente que quieren expresar los personajes que he creado y ahí es cuando me dejo llevar.
Me encanta pintar con…
¡Óleos! Aunque me apetece mucho probar las ceras y también me encantan las acuarelas.
¿Cuando escuchas a alguien hablar o sacar conclusiones de tus obras qué se te pasa por la cabeza?
«Escucha y aprende» es lo que siempre se me pasa por la cabeza. Me gusta saber lo que los demás opinan sobre mis obras para ver qué conclusiones sacan y en qué puedo mejorar.
El hecho que ha marcado mi vida profesional fue…
Diría que dos cosas: La primera es la que ya he contado de no querer hacer lo que más me gusta por si me fuera a cansar y descubrir qué soberana tontería era esta afirmación. Y el segundo hecho ocurrió en Octubre del año pasado cuando fui a París y en una galería vi una obra preciosa y pensé «yo quiero poder crear algo así y vivir de ello, pero para ello necesito salir de mi zona de confort y perder el miedo».
¿Qué queda de esa niña con 11 años que jugueteaba con las temperas en su casa?
Han cambiado muchas cosas como por ejemplo la técnica (¡por suerte!), o el hecho de que ahora no soporto trabajar de noche y antes me quedaba horas y horas despierta para terminar un dibujo. Pero sí que sigue estando la misma sensación de tranquilidad y bienestar que siento cuando estoy creando.
Espero que en mi vida….
¡Siga teniendo esta alegría, nervios y excitación que ahora tengo! Y que no espere tanto de lo que espero en la vida para así vivirla más.
Para terminar la entrevista nos encantaría saber ¿qué nos queda por ver de Andrea Castro?
Ahora mismo estoy en un momento en el que tengo muchos proyectos en mente que me gustaría llevar a cabo pero necesito organizarlos mejor y aprender mucho más todavía. También quiero saber hacia donde iré y cómo iré evolucionando, si elegiré un trabajo más figurativo y elaborado o bien me decantaré más por simplificar las obras para expresar tan solo la idea principal… Me queda mucho por sacar, ver y aprender!
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