La habilidad y la técnica que implica esta disciplina se ha conservado durante siglos y es que la delicadeza que emana desde estas piezas es una ardua tarea que conlleva no sólo una gran destreza a la hora de esculpir estas obras de arte, sino también una gran ‘dulzura’ dado el material utilizado, el azúcar, utilizado a las altas temperaturas necesarias para que pueda ser moldeado. El amezaiku, arte tradicional japonés de esculturas de caramelo, ha evolucionado desde hace siglos hasta dar lugar hoy en día a bellas, sugerentes y dulces formas.
Personajes, animales, formas abstractas… la maleabilidad del azúcar es pura inspiración para estos artistas que han modernizado una técnica que se remonta varios siglos atrás cuando servía de ‘azucarada’ ofrenda en los templos dorados, origen de esta disciplina. Si bien originariamente, la técnica utilizada era el soplado, con tratamiento similar al vidrio, en la actualidad se deshecha este proceso por motivos higiénicos.
El material debe ser igualmente preparado con suma precisión puesto que requiere de la textura, dureza y apariencia idóneas para que éste pueda dar lugar a las piezas ideadas por estos artistas.
Los materiales son sencillos. En ocasiones ‘bastan’ un par de pequeñas tijeras o pinzas para que estos artistas modelen bellas esculturas a partir de un jarabe de azúcar previamente calentado para que pueda ser estirado y manipulado antes de que se enfríe y endurezca. Se trata pues no sólo de técnica sino también de una habilidad que debe desarrollarse con suma rapidez, por lo que en ocasiones es preciso calentar de nuevo las obras en pleno proceso de creación.
Shinri Tezuka ofrece en Tokio una interesante oferta de dulces de este tipo a modo de piruletas, principalmente animales, protagonistas esenciales de esta técnica hace más de mil años pero dotando a sus piezas de un asombroso realismo que le aleja del aspecto naif de antaño.
Demasiado bellas, demasiado reales para ser consumidos bajo un fútil momento de debilidad y extrema necesidad de azúcar, sus piezas se cotizan suculentamente hasta alcanzar los mil y dos mil yenes, y es que estos dulces se realizan a mano y no de forma industrial.
Con una imagen más sencilla y cándida, las piezas de Amezaiku Yoshihara, en Tokio, ofrecen un adorable aspecto gracias a ‘Ame-pyon’, un afable conejo que este artista ideó como personaje para sus creaciones de caramelo.
¿Quieres ver cómo realizan estas piezas en directo? No te pierdas este vídeo:
Deja una respuesta