Ver y vivir desde cerca cómo un festival pequeño sigue creciendo siempre es un placer. Hacía días que os lo veníamos anunciando: el tren del Americana Film Fest arrancaba el pasado jueves con la clarísima máxima de dejarnos saborear esas piezas de cine independiente que, gracias a una vaga distribución/exhibición, es bastante posible que nunca más volvamos a ver en pantalla grande.
Para la inauguración de los que serán 3 días de cine más que ajetreados, la organización del festival escogió el combo-win corto + película. Una fórmula mágica que ya hemos visto aplicada en otras sesiones pero que como primera toma de contact, sin embargo, no acabó de cuajar. Quizá teníamos demasiado hambre, o quizá solo el cortometraje desinfló un poco lo que venía después.
TODAY’S THE DAY – Pasos fallidos de baile
Un joven (y moderno) becario trabaja en una agencia de talentos mientras sueña con ser, algún día, bailarín profesional. La eterna búsqueda de la felicidad y de llegar a ser quien quieres ser, se ven plasmadas en Today’s the day a ritmo de una coreografía tan bien ejecutada por el bailarín protagonista, como aburrida y ñoña en un contenido cuyo punto más álgido de interés es cuando la silla del despacho se gira y aparece Danny de Vito.
BEFORE I DISAPPEAR (Shawn Christensen) – Redención nocturna
Un intento de suicidio por parte de un protagonista sumido en un mundo de nocturnidad y drogas se ve truncado por la llamada de su hermana que le pide que cuide de su hija durante una noche. Bailando entre la comedia y el drama, Before I disappear es un intento de redención magna (que se queda, al final, en algo flojo y previsible) de un personaje perdido que encuentra el apoyo que necesita para seguir adelante en una niña a la que triplica la edad pero que, en muchos aspectos, sabe más que él.
Para quien haya tenido oportunidad de ver el corto en el que se basa la película (Curfew), la historia parecerá demasiado estirada, de guión pobre y con secundarios añadidos a regañadientes, algo que dice bastante en contra del film durando este tan solo 90 minutos. Por otro lado, la fotografía, su estética muy videoclipera y la innegable buena elección de los temas musicales que acompañan a los protagonistas hacen terminan haciendo la película correcta y hasta disfrutable por momentos. A destacar la maravillosa escena de la bolera, prácticamente plagiada del corto.
FAULTS (Riley Stearns)- El cazador cazado
Unos padres desesperados por sacar a su hija Claire (Mary Elizabeth Winstead) de una secta en la que está metida, un profesional de la mente humana llamado Ansel Roth (Leland Orser) y un motel de carretera. Riley Stearns dirige y escribe la historia. La primera secuencia de Faults ya es toda una declaración de intenciones: Ansel Roth no es el gran profesional que parece ser, le va a caer una buena y no sabe por dónde le va a venir.
Jugando entre la comedia negra y el thriller, Faults, a pesar de ser algo irregular, tiene a su favor dos personajes principales tan interesantes como bien interpretados, así como una atmósfera de por sí agobiante y opresora (el hecho de que la máxima de la historia sea sacar a una joven de la secta y que toda la trama transcurra en una única habitación de hotel, no es para nada casual) y aunque la historia tiene puntos huecos y quizá algo aburridos, mejora bastante en un tramo final muy bien cuajado, en su justa medida terror-comedia. ¿El duelo psicológico es previsible? Sí. Pero la sumisión inconsciente, aunque recurrente, nunca deja de ser interesante.
CHEATIN’ (Bill Plympton) – Animación vibrante
Los Oscar y Cannes ya le han acogido en el dulce regazo en el que se sientan los nominados. No es de extrañar: no hay ninguna duda de que Bill Plympton es genio y figura. Dibuja a mano y coloreando toda una película (aunque esta fue coloreada por ordenador) y le salen maravillas como Cheatin’, inspirada en la novela del escritor James M. Cain y transformada en una obra arquitectónica del dibujo enmarcada entre la comedia y el cine negro con un alto contenido sexual cuyo uso es casi implícito desde el minuto 1.
En Cheatin’, el amor triunfa entre Jake y Ella tras un pequeño accidente en una atracción de coches de choque. Su historia es perfecta hasta que, como todo, deja de serlo. El odio, la inseguridad y los celos convierten a ambos en prácticamente desconocidos y en sufridores de un destino que a ninguno le convence… pero que tiene poca solución. La aparición de un mago y su máquina del alma ayudará a que la línea de la vida de ambos intente volver a coincidir.
Bill Plympton tiene un gran punto a su favor: su ritmo metafórico y su trazo tiemblan a la misma vez y, lo cierto, es que la premisa de Cheatin’ es preciosa, innegablemente atrayente y original en la forma. Sin embargo, el mensaje final es algo desconcertante, “lo que permanece” por decirlo de alguna manera, no es tan positivo como aparentemente podría parecer. Y es precisamente ahí donde reside la magnitud de la cinta. La reflexión es obligada, aunque solo sea porque no todos tenemos una máquina del alma…
LISTEN UP PHILIP (Alex Ross Perry) – Perdedores adorables y otros defectos
Alex Ross Perry continúa su aventura con los personajes repelentes, añadiendo aquí el toque inevitablemente perfecto de Elisabeth Moss, una fotógrafa de pro, enamorada al principio del protagonista, Philip, y siendo abandonada después por él, y cuya carrera profesional termina de despegar precisamente cuando se separa de él.
Listen up Philip no es la gran película arriesgada del cine indie. Pero tiene algo muy bueno y mucho más real e intrínsecamente humano de lo que parece: el aura de negatividad que rodea a su protagonista Philip (Jason Schwartzman). Es difícil mirar a Listen up Philip con otros ojos que no vean al perdedor, adorable, pero perdedor, que es Philip: un escritor cuyos calificativos negativos se extenderían hasta el infinito si me lo permitieran. Un joven en una crisis, dentro de la crisis, dentro de otra crisis, un loser cuya única máxima y tema favorito es, simple y llanamente, él mismo. Una personalidad mayúsculamente prepotente que termina por ser hasta adorable. Todos tenemos un límite y éste llega tarde o temprano, pero mientras tanto somos masoquistas por naturaleza y Listen up Philip es otra prueba de ello.
Deja una respuesta