El Mercado madrileño de tendencias vanguardistas tal y como lo conocemos echará el cierre el próximo verano de 2015. Más que él mismo o sus comerciantes, será su propietario Ramón Matoses, quien lo abrió allá por el año 1998, el responsable de venderlo por una cifra que ronda los 22 millones de euros.
Centro de ropa alternativa, zapatos estrafalarios, piercing, ropa de autor o peluquerías al más estilo Candem, en este lugar revestido de metal y con una disposición circular muy peculiar, se escondía un pedacito del Londres más underground.
El Mercado de Fuencarral nació como una nueva apuesta que hacía diferente ir de compras, encontrar ropa hippie, grunge o gótica conviviendo en el mismo espacio, con DJ propio sólo para los paseantes de sus tiendas, un centro que consiguió convertir una zona deprimida de Madrid en uno de los centros más populares peatonales para el ocio y las compras.
Tanto fue así que el Mercado de Fuencarral fue presentado como “el centro comercial para los que odian los centros comerciales”. Dieciséis años de actividad, que dejan sin lugar a más de una cuarentena de comerciantes que tendrán que reubicarse o desaparecer antes de verano para dejar paso a las más que previsibles grandes marcas que ya nos invaden por todos lados.
H&M podría ser una de ellas, a pesar de tener dos grandes tiendas a sólo unos metros en la Gran Vía de Madrid. También la marca japonesa Uniqlo, el Zara Nipón, que en España sólo cuenta con una tienda en Barcelona y aprovecharía este lugar para ubicar su segundo establecimiento.
No es de extrañar que estas firmas estén interesadas en la venta del Mercado, es una joya por sus dimensiones y localización. Más de 2.400 metros cuadrados aprovechables si se cambia la distribución actual. Pero… ¿Y si no queremos que se explote? y si ya estamos permitiendo que se exploten antiguos conventos, teatros o palacios que son comprados, reformados y convertidos en cadenas de tiendas por grandes distribuidores.
Quizás queremos que se mantengan sitios como el Mercado, intactos a su esencia, a sus vendedores, compradores, su olor y su historia. Sin que nos indiquen tanto dónde y qué comprar. Son lugares como éste, los que no deberían desaparecer sólo por motivos económicos.
Martita
Me da muchísima pena, pero lo entiendo. A mis 21 años llevo visitando el mercado desde que tenía unos 13, pero si una cosa he tenido clara es lo de siempre: es muy, muy, muy caro. Cuando era pequeña ir al mercado me producía una mezcla de envidia y emoción, envidia por no poder adquirir nada (una camiseta que no es de marca por 25 euros me parece demasiado dinero) y emoción por ver la gran cantidad de cosas que tenían por allí.
Ahora que he crecido ese sentimiento sigue inalterado. Sigo sin poder permitirme comprar casi nada de lo que venden allí, y todo hay que decirlo, en muchas ocasiones la simpatía de los que estaban en las tiendas era nula o casi nula. No me gusta que desaparezca el mercado, porque con él se va todo un referente del Madrid alternativo, pero quizá con otros precios habría subsistido más.
Un saludo.
Jorge O.
Nunca fue otra cosa que un mercado para pijos empeñados en jugar al rollo alternativo. Lo frecuenté poco y no logró convencerme en ningún momento, por su carácter ajeno e impostado (un pedacito de Londres, en efecto. ¿Para cuándo un Madrid alternativo, y no un sucedáneo o una copia?), sus precios, el rollo arrogante de los vendedores… Lo que voy a lamentar es la destrucción de su arquitectura interior, y encima para que le terminen dando ese acabado odioso de los centros comerciales de moda. Por lo demás, me da lo mismo.