El concurso internacional EVOOLEUM Awards se rinde a la creatividad y el arte. Si hasta ahora se premiaban los 100 mejores aceites de oliva vírgenes extra del planeta, en la cuarta edición las estatuillas alcanzan también el mejor packaging. Es toda una novedad en un concurso de estas características. 

En el apartado “Mejor diseño AOVE Premium” la medalla de oro fue otorgada al aceite español Arbor Sacris. Tiene una producción limitada envasada en botellas de 250 y 500 ml, etiquetadas manualmente para transmitir el cariño que Mil&Un Verd ha volcado el producto. 

Otro aceite español, 1490, se llevó la medalla de plata (Ex Aequo). La frasca de porcelana diseñada por Palomo Spain está inspirada en su colección 1916. El leitmotiv conjuga el espíritu de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev y la España profunda de principios del siglo XX. El packaging, con incrustaciones de oro y un tapón de bola en homenaje a las botellas de coñac de la época, cuenta con un acabado evocando uno de los estampados de la colección, formando lágrimas de lava como cuando el aceite de oliva y el agua entran en contacto. 

La otra medalla de plata es para el aceite estadounidense Corto. El AOVE italiano L´Olio se ha llevado la medalla de bronce.

El ganador del apartado “Mejor diseño innovador” ha sido La Magia dell´Olio. El aceite italiano se presenta en una caja metálica con ocho tubos de aluminio de 20 ml para degustar las diferentes variedades. Una auténtica delicia para los amantes del arte.

El diseño del aceite español Cuac, ganador de la medalla de plata, viene inspirado en un patito de goma, uno de los símbolos más inequívocos de la infancia. Tuccioliva, otro aceite español, ha merecido la medalla de bronce.

En la Gala EVOOLEUM Awards el premio como embajadora del aceite llegó a parar a manos de la cineasta Isabel Coixet. La artista reconoció que realmente su maestro en el mundo de los aceites ha sido su amigo, el director de cine Bigas Luna.

“Vivíamos a 25 metros uno del otro. Bigas hacía aceite, en sus fiestas en Tarragona y Barcelona preparaba cata de aceites. Eramos muy amigos, hemos compartido muchos viajes juntos. Estuvimos trabajando en un proyecto durante mes y medio en Shaghai. A él no le gustaba viajar tan lejos, estaba preocupadísimo, no le gustaba la comida china. Se trajo muchísimo aceite en la maleta, una botella se le rompió, os podéis imaginar. Yo he seguido su ejemplo. Me he llevado aceite en todos mis viajes pero siempre envuelto con burbujas”, nos confesó Isabel Coixet.