Meterse con Donald Trump es un deporte de aventura no exento de peligros y, por supuesto, de grandes dosis de polémica. Si no que se lo comenten a la artista Karen Fiorito, encargada del diseño de la última obra de arte que ha escandalizado a los Estados Unidos por tener a su presidente como protagonista y la iconografía nazi como ingrediente sorpresa de este cóctel molotov listo para hacer explosión.
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Una camiseta de bebe con rayas horizontales y una estrella amarilla de seis puntas sobre el pecho se ha convertido en el blanco de polémicas esta misma mañana. ¿El motivo? Su supuesto parecido con las camisetas que los reos judíos llevaban en el Holocausto.

¿Dónde están los límites del arte?, ¿en el arte vale todo?, ¿cuál es el fin de una performance?. Esta son preguntas que nos podríamos hacer cuando vemos trabajos de artistas españoles como Abel Azcona o el sefardí Omar Jerez, y es que éste último ha sido noticia durante la pasada semana.
“Me encerré con ocho neonazis y me perdonaron la vida”
¿Siendo judío te encerrarías con 8 nazis?, pues Jerez, sí. Para él, el fin justifica los medios y es que, el artista ha querido denunciar, mediante esta performance, el auge de la extrema derecha en Europa. Bajo el título 88 Credos de Adolf Hitler sobre la Torá, Jerez se encerró durante cinco horas en una nave de la capital berlinesa con ocho neonazis, «dos de ellos con delitos de sangre», para recibir puñetazos, patadas, escupitajos y toda la morralla que te puedas imaginar, para demostrar que «la razón y la libertad triunfarán sobre el fascismo», en declaraciones para el Confidencial. Un fascismo que poco a poco se va haciendo su hueco en una Europa.
“Llegué allí y se rieron de mí. Me empujaban, me escupían, me agredían. Ellas sobre todo. Si me hubieran pegado ellos me habrían dejado en coma, porque eran monstruos y yo un anoréxico”
“Me encerré con ocho neonazis y me perdonaron la vida”, añadía Jerez, De madre judía y padre palestino, Omar Jerez realizó el viaje a Berlín, ciudad que acogería en esta ocasión su polémica performance, en coche, ya que este tipo de acciones podrían considerarse delito en el país, ya que esta iniciativa podría considerarse delito en el país por enaltecimiento del nazismo. Un viaje que no realizaría sólo, la fotógrafa Julia Martínez, documentaría la brutal paliza que ocho aférrimos seguidores del Reich propinarían al artista, mientras que ni él, ni su acompañante sabrían el sitio exacto en el que se realizaría todo el «espectáculo», «ni yo mismo sé dónde va a ser». Pero poco quedaría para saber dónde se desarrollaría la macabra performance. Una llamada al teléfono de Jerez, le indicaría que el punto de encuentro sería una nave de la capital alemana.
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Una intervención gestionada por uno de sus amigos anarquistas que a su vez, es amigo de la infancia de un neonazi que participó en la «peligrosa performance». Todo, para denunciar que «no podemos olvidar que los partidos nazis son la segunda o tercera fuerza política en muchos países de Europa, como Hungría, Suecia, Suiza o Francia con Le Pen, hay que tener presente que el nazismo comenzó con 18 personas y acabó desembocando en la II Guerra Mundial, con lo que no viene mal mirar hacia atrás para tener cuidado y ser más taxativos con las leyes para que estos partidos no puedan estar dentro de una democracia», afirma para granadahoy.com.
«Un hombre muere, mientras los demás observan»
Pero no es la única performance de este artista granadino, exenta de polémica, ya en 2013 Jerez presentaría Un buen día para morir, dónde se encerraría con un enfermo de sida terminal e inmigrante, al que debido a su condición de inmigrante se le negaron los retrovirales, por lo que como el artista señalaba «un hombre muere, mientras los demás observan». También simularía su propia muerte en Facebook, y ¿por qué?, «quería tener en exclusividad una pieza que no hubiera hecho nadie a nivel mundial, y con esta de facebook he sido el primero, estaba agotado de estos modernillos fracasados recién salidos de bellas artes que me aporreaban que si “esto lo ha hecho Marina Abramovic”, que “la performance que has pensado es de Regina José Galindo”, y por ello era un homenaje a mi narcisismo, donde Yo me pude demostrar que no todo esta hecho y que se pueden generar nuevos elementos de actuación. Otra, es que Facebook, es la herramienta más peligrosa junto con las armas de destrucción masiva que hemos creado en los últimos años. Es la aniquilación de las personas, el individualismo menos creativo y generador de depresivos enclaustrado en torres de cemento urbano. Hemos dejado a los servicios secretos y a los gobiernos que violen nuestra parcela más intima sin abrirles la puerta de nuestra casa. En unos años, lo del microchip implantado no será una novela de Aldous Huxley, en Estados Unidos en breve será una realidad si quieres acceder a la seguridad social y con Obama con un Nobel bajo el brazo», declaraba para Plataforma de Arte Contemporáneo, o sin lugar a dudas, la más polémica en nuestro país, Omar Jerez en el País de las Maravillas.
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ETA y el casco viejo de San Sebastián fueron sus dianas. Un hombre ensangrentado, ropas quemadas y en sus brazos un cadáver envuelto en una manta, mostraban lo que Jerez estaba a punto de presentar a los atónitos viandantes de la ciudad donostiarra. Un Jerez perdido, «ido» por las calles de la Parte Vieja de San Sebastián, después de sufrir un atentado de ETA. Un homenaje a las víctimas de la banda terrorista, a la vez que como herramienta de denuncia «al disparate» del nacionalismo radical «que no condena los asesinatos».
Poco tiempo antes, en 2012, el artista granadino se encerró en un zulo que recreaba el horror que vivió Ortega Lara en 1996, cuando fue secuestrado por la banda terrorista ETA. Una intervención con el título Sin noticias de Dios, que no llegaría a su fin deseado, ya que un día antes tuvo que abandonar por «agotamiento». «No podía más, he pasado un frío terrible y estoy devastado«, «No lo volveré a hacer nunca más», declaraba para El País.
Acciones que forman parte de una serie de performances que denuncian la similitud entre el nacionalismo vasco y el nazismo. Sin lugar a dudas, Omar Jerez es polémica, y uno de los artistas del performances y videoarte españoles más importantes del panorama internacional momento, su obra Estados Undios. Ronald fue vendida a un coleccionista privado por la cantidad de 47.000 €, y es que aún nos queda mucho por ver.
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¿Cuál será la próxima?

El fotógrafo recrea la mejor tradición artesanal Made in Italy en una hilarante y surrealista colaboración visual

De alguna manera, el conflicto desatado en Ucrania ha puesto sobre la mesa la incertidumbre de qué va a pasar con algunos de los monumentos más importantes del país. A pesar de que un monumento tenga la consideración de Patrimonio de la Humanidad esto no quiere decir que, por decisiones militares o por azares del destino, no vaya a salir ileso del desastre. Ya pasó durante las anteriores Guerras Mundiales y lo hemos visto en conflictos más recientes.

No es difícil encontrarse un día de paseo por la calle, algún símbolo que evoca al más puro fascismo en alguna de las paredes de nuestro recorrido. Esvásticas sin sentido, mal pintadas con mensajes que incitan al odio y al racismo son el principal objetivo de Cibo; el artista italiano que cambia mensajes fascistas por comida. Porque no hay nada mejor para luchar contra la ignorancia que la ironía.

En 1942 Ursula Burton era para los habitantes de un tranquilo pueblo inglés, una esposa y madre de tres hijos que parecía llevar una vida rural sin pretensiones. No sabían que detrás de esta fachada se escondía la protagonista de la biografía “Agente Sonya, amante, madre, soldado, espía” (ed. Crítica). Ursula también era una oficial de alto rango de la inteligencia soviética que pedaleaba hacia la campiña de Oxfordshire para reunirse con un físico nuclear. Tenían la misión de desentrañar los secretos que permitirían a la Unión Soviética construir la bomba atómica.