Una madrugada, la Quinta Avenida, una joven elegante vestida con un elegante vestido negro contempla el escaparate de la emblemática joyería Tiffany’s mientras toma un café y un cruasán… Aquel icónico e inconfundible retrato, rubricado por Blake Edwars, define en breves segundos la elegante sencillez que caracterizaba a Audrey Hepburn. Hoy, cuando se cumplen 25 años de su fallecimiento, rendimos homenaje a aquella joven alegre y risueña que enamoró al propio cine en ‘Vacaciones en Roma’.

‘Desayuno con diamantes’ (Breakfast at Tiffany’s) marcó su carrera no sólo porque se convirtió en un  icono del cine y la moda sino porque encarnar a  Holly Golightly significó un nuevo paradigma de modernidad femenino en una industria a cargo de los hombres Este personaje, una mujer autónoma que se niega a renunciar a su libertad e independencia fue ideado por Truman Capote, quien se rumorea, por cierto, no veía con buenos ojos a la Hepburn para dicho papel.

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Sin embargo, aquel icono se superpone en la memoria colectiva a cientos de fotogramas -Charada, Sabrina, Sola en la oscuridad, My Fair Lady…-en los que resuena el encanto, la inocencia y el talento de esta  actriz, modelo, bailarina, humanitaria y activista británica que luchó contra los estereotipos y desigualdad.

Precisamente estas tres cualidades son las que destacó William Wyler (‘Vacaciones en Roma’) a quien también dirigió en ‘La calumnia’ (‘The Childrens Hour’, 1962), una de sus desconocidas perlas cinematográficas en las que, junto a Shirley McLaine, se enfrentaba a la maledicencia de una sociedad con demasiados prejuicios, eso sí, evitando las explícitas menciones al lesbianismo de la obra original.

Pero aquel pelo a lo garçon, esa expresión angelical y esa característica delgadez no sólo conquistó al propio cine sino también a la moda.  La actriz británico-holandesay Hubert de Givenchy se convirtieron en un tandem indisoluble.

«Recuerda, si necesitas una mano que ayuda, encontrarás una al final de tu brazo. Al madurar en edad, descubrirás que tienes dos manos, una para ayudarte y otra para ayudar a otros».  Audrey Kathleen Ruston, falleció en Suiza de un cáncer el 20 de enero de 1993 cuando tenía 63 años. Su dulce rostro seguirá inspirando la más tierna cinefilia y su recuerdo seguirá convirtiéndola en eterna.