Si pudiésemos viajar el pasado para conocer muchas de las obras que, prácticamente, ya han desaparecido seguramente nos quedaríamos pasmados ante muchas soluciones constructivas que se empleaban. En nuestro territorio predominan una gran cantidad de construcciones de época romana, entre las que cabe destacar la denominada villa. La villa era considerada una construcción fuera de la ciudad que podía tener como fin o bien el ocio y descanso de las clases más adineradas o una explotación agrícola o ganadera. En el caso de la primera, la villa era considerada casi un palacete. En el de la segunda, el fin era más económico y la construcción resultaba mucho más práctica. De este último tipo ha llegado hasta nuestros días los denominados cortijos o haciendas como herederos de ese pasado común que una vez nos unió con el Imperio de Roma.