Vivimos en una sociedad en la que simplificamos la realidad a través de estereotipos, que de forma negativa terminan por acercarnos a los prejuicios. Lucir tatuajes no te convierte en un delincuente o un maleante, del mismo modo que ser sexy no es sinónimo de ‘ligera de cascos’ o tener una licenciatura en ingeniería informática no te hacer ser más freak que el resto. Esto es precisamente lo que ha querido demostrar el fotógrafo Joel Parés en su último proyecto, donde desafía prejuicios tan extendidos en nuestras ciudades como el hecho de encontrarte con un homosexual y pensar que rebosa pluma, cuando tranquilamente puede ser el policía que te salva la vida o el profesor que te da lecciones para convertirte en una persona de provecho en el futuro.
No hay nada escrito y menos en lo que al aspecto físico se refiere. Tu preferencia sexual, la religión que profesas, tu etnia de pertenencia o lo que quieres ser de mayor no te etiqueta como si un producto con fecha de caducidad se tratase ,a la vista de todos para valorar si eres digno de admiración o de reproche. Nada de eso. Esto queda evidenciado en el último trabajo de Parés, Judging America, en la que muestra dos caras diametralmente opuestas de personas de a pie que, con el mero hecho de cambiar su indumentaria, pueden pasar de ser personas a las que esquivarías por la calle o de las que te enamorarías a simple vista.
“El propósito de esta serie es abrir los ojos y pensar dos veces antes de juzgar a alguien, porque todos juzgamos incluso si tratamos de no hacerlo. La primera imagen no es necesariamente lo que se ve, pero es por lo que se le categoriza a alguien sin conocerlo. La segunda imagen explica la verdad sobre la persona y la manera incorrecta en las que fueron juzgadas inicialmente”, comenta este artista a Peta Píxeles tras poner en jaque algunas de las creencias populares que rozan el ridículo si nos paramos a pensarlo y que, por desgracia, todos y cada uno de nosotros tenemos interiorizados de alguna u otra manera de forma cultural. Y es que, aunque nos resistamos a creerlo, todos caemos en el error de juzgar a otros simplemente por su aspecto físico. Triste, pero cierto.
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